Dibujo de Susana Macció |
Susana Macció: sus respuestas y
poemas
Entrevista realizada por Rolando
Revagliatti
Susana Macció nació el 26 de
agosto de 1959 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y reside en la ciudad
de Don Torcuato, provincia de Buenos Aires.
Egresó en 1981 de la carrera de Diseño Gráfico
y Publicidad en la Escuela Panamericana de Arte. Participó en el volumen
colectivo “Travesía”, Ediciones
Topatumba, 1997. Es a través de Alloni / Proa Editores que se publicó en 2009
su poemario “Bajo la intemperie del sol”.
1 — Sos torcuatense por adopción.
SM — Tenía
seis años cuando nos mudamos a esta localidad que nunca abandonaré. La que fue
declarada ciudad cuando yo tendría quince; y, a pesar
de eso, continúa conservando la idiosincrasia de un pueblo. Las construcciones
no pueden superar los tres pisos; la mayoría son casas con frondosos parques.
Eso permite un cielo abierto donde las veredas tienen una parte de césped y
muchos árboles y nos ofrece un paisaje acogedor cuyo atardecer —hendido de pronto
en un abrupto silencio— desciende lento y sumiso. Desde hace veintinueve años
me desempeño como preceptora en el colegio al que asistí durante la
primaria. Tarea apasionante en el acompañamiento y formación de los
adolescentes.
2 — ¿Cuándo comenzaste a interesarte por la poesía?
SM — A los trece años mi
padre me dio a conocer a Gabriel García Márquez regalándome “Cien años de soledad”. Él y mi madre,
si bien no habían logrado cursar estudios secundarios, se venían ocupando desde
siempre en proporcionarme lo necesario para satisfacer mi predisposición a la
lectura. Querían, seguramente, que yo llegara “lo más allá” posible. Y fui
accediendo, incontenible, a esas pócimas mágicas que se beben ignorando las
profundas consecuencias de su narcosis. Por caminos inciertos, siempre en otro
lado —otras perspectivas—, nutriéndome con autores como Johannes Hessen y su “Teoría del conocimiento”, Jorge Luis
Borges, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Porchia,
Alfonsina Storni, Almafuerte: cuanto pasara por mis manos y mis ojos. Leía y
escribía trastabillando con las palabras hasta que logré hacer foco, por vez primera,
cuando me incorporé al taller literario del poeta Gianni Siccardi, ineludible
puerto desde el que parto y al que regreso, zigzagueante. Sigo trastabillando,
pero ahora con otra conciencia.
Esto que te cuento me conduce a evocar lo que escribió Victor Hugo: “Todo hombre es libre de ir o no ir a ese
terrible promontorio del pensamiento desde el cual se divisan las tinieblas. Si
no va, se queda en la vida ordinaria, en la conciencia ordinaria, en la virtud
ordinaria; y está bien. Para el reposo interior, es evidentemente lo mejor. Si
va a esa cima queda apresado. Las profundas olas del prodigio se le han
mostrado. Nadie va impunemente a ese océano. Desde ese momento será el pensador
dilatado, agrandado pero flotante; es decir, el soñador. Un extremo de su
espíritu lindará con el poeta y el otro con el profeta. Cierta cantidad de él
pertenece ahora a las sombras. Lo ilimitado entra en su vida, en su conciencia.
Se convierte en un ser extraordinario para los otros hombres, pues tiene una
medida distinta que la de ellos. Tiene deberes que ellos no conocen.”
3 — ¿Y cómo has lidiado con el
trastabillar?
SM — Mis expectativas de vida fueron tener una familia y
ser escritora. En 1982 me casé y, de ese matrimonio, nacieron mis tres hijos —un
varón y dos mujeres. Esa relación duró diecinueve años; a partir de entonces
tuve que ponerme al frente del hogar. Alternar la vida interior (inundada de
palabras y búsquedas) con el mundo y los avatares del
trabajo y la maternidad, es como tener dos vidas; traicionar a las dos y no
lograr satisfacer ninguna. Pero estaban allí, ambas, invocadas vehementemente,
y sí, había que lidiar con ellas. No fue nada fácil.
4 — ¿Y el diseño gráfico?
SM — Me
desempeñé en la profesión muy poco tiempo. Me faltó temple para moverme dentro
de un medio tan fluctuante y competitivo. En cierto momento intenté incursionar
nuevamente, pero no estaba preparada para la tecnología. Tuve que elegir entre
actualizarme o darle rienda suelta a la escritura. Me anoté en la Universidad
de Buenos Aires en la carrera de Letras. Si bien considero que todo
conocimiento es bienvenido, la universidad no me enseñaba a escribir, por lo
tanto, abandoné. Actualmente diagramo
una revista de distribución zonal que no deja de ser una experiencia provechosa.
Preferí transitar los primeros avistamientos de la poesía: exquisitas
jornadas de descubrimientos y encuentros con la sustancia poética. El taller de
Gianni estaba en otra dimensión. No se trataba de acariciar los egos ni de
frotar la lámpara para que saltara el genio. Era una fuente de la que brotaban
Edgar Bayley, Robert Desnos, Raúl Gustavo Aguirre, Paul Eluard, Murilo Mendes,
Li Po, Olga Orozco, Salvatore Quasimodo, Blaise Cendrars, Enrique Molina,
Guillaume Apollinaire… Organizaba olimpíadas en las que la palabra era la
antorcha que saltaba de mano en mano, cargada de fuego y alegría.
Improvisábamos textos con vocablos disparadores, cadáveres exquisitos,
jugábamos reemplazando sustantivos, adjetivos, verbos. Y recibíamos invitados:
Francisco Madariaga, María Meleck Vivanco, Mario Trejo, Dolores Etchecopar…
5 — Ese poeta de tus primeros
avistamientos tenía una imprenta.
SM — La tuvo
—Talleres Gráficos Zeta— cuando varios de los integrantes del taller
participamos del armado —impresión, corte y doblado— de “Travesía”, el volumen que presentamos en 1997 en el marco del
Primer Congreso Internacional de Poetas y Escritores que se realizó en San
Marcos Sierra y Cruz del Eje, provincia de Córdoba, organizado por Andrés
Utello. La selección estuvo a cargo de Gianni y el prólogo fue redactado por
los autores (César Balaguer, Roberto Broullon, Danielle Camus, Elena Garritani,
Cristian Perenyi, Mercedes Nuñez, Eugenio Siccardi, Susana Rossi y yo): “Tratábamos de escribir poesía y no
estábamos conformes con los resultados. Cada uno se preguntaba si en el
lenguaje de la poesía existirían —como en la música o en la pintura— elementos
que pudieran hacerse conscientes. (…)”
Aquel encuentro fue muy cálido, los cordobeses nos recibieron con afecto
y fervor. Nos alojaron en sus casas. La concurrencia fue numerosa. Durante tres
días hubo ponencias, debates, lecturas… El intenso calor no logró amedrentarnos.
Entre muchos escritores, varios de San Marcos Sierra y otras localidades
cordobesas y de otras provincias, recuerdo a Ricardo Rubio, Alberto Luis Ponzo,
el paraguayo Elvio Romero, el chileno Gonzalo Rojas.
6 — Cinco años después falleció
Siccardi.
SM — Y fue
para nosotros un golpe certero al corazón. Nos empezamos a reunir, leer,
recordar. Como si nos incitara al encuentro. De esas tímidas reuniones
derivaron otras: a partir de la amistad con Ofelia Funes —discípula y última
pareja de Gianni— y la poeta Celia Fischer, logramos ahondar, un poco más, en
el rigor poético. Máximo Simpson nos aportaba toda su experiencia.
Denominábamos “Tertulias” a los encuentros a los que concurrieron como
invitados, por ejemplo, Graciela Maturo, Julio Salgado, Michou Pourtalé, Héctor
Miguel Ángeli, Irene Zava, Jorge Ariel Madrazo.
Hoy, zigzagueante, como aquella vez cuando me preguntó: “¿Cómo vas con la poesía?”, le volvería
a responder al maestro: “Yo la he dejado
un poco; pero ella, nunca me abandona.” Para iluminar la travesía a la casa
del ser; donde las muecas y las máscaras de lo banal no penetran nunca.
Despojado de todo lo insustancial queda su íntima esencia, lo inherente al ser
en su máxima expresión… o mínima, no sé.
7 — ¿Cómo es, cómo ha sido la vida
cultural en Don Torcuato?
SM — Hace
unos cuantos años hubo ciclos organizados por la municipalidad, en los que he
participado, que tuvieron buena aceptación. Eran tres eventos anuales que se
realizaban en la Sociedad de Fomento, donde no estaban ausentes diversos
talleres y artistas. Entre los años 1996 y 2008, el periodista torcuatense
Walter Martín encabezó una interesante movida cultural. La Sociedad Mutualista
y de Fomento prestaba las instalaciones, participaban creadores de todas las
disciplinas: una vez por mes durante dos años; luego, con diferente frecuencia.
Siempre hubo y hay más expectativas que lo que se puede concretar. El 19 de
setiembre de 1992, en la residencia de Natalio Botana (fundador del diario “Crítica”)
se efectuó un evento multitudinario, con, por ejemplo, concursos de poesía y de
manchas, denominado “Encuentro en las ruinas”. Culminó con un fogón y
guitarreada hasta altas horas de la madrugada. En la actualidad, hay un centro
cultural que funciona en la delegación. Algunos cantantes, como Rubén Vivas y
Raúl Leonardo, hacen shows, y hay grupos de escritoras que se reúnen por su
cuenta. La Biblioteca Mariano Moreno organiza cuatro o cinco eventos por año: cine
debate, charlas, etc. Sé que hay localidades donde prepondera una dinámica más
apasionada. Me agradaría que eso sucediera también aquí. La ciudad de Tigre
organiza, entre otras, la muestra “Vecinos”, que
da la posibilidad a ciudadanos de Don Torcuato, General Pacheco, Benavídez, Ricardo
Rojas, El Talar y Tigre de exponer colectiva e individualmente.
8 — ¿Has incursionado en narrativa?
Tendrás poemarios inéditos.
SM — Si,
varios intentos. En 2011 me anoté en tres talleres en el Centro Cultural Rector
Ricardo Rojas: Introducción a la Narrativa e Introducción a la Literatura de
Borges, dictados por Daniel O. Molina; y Taller de Cuento, por Pablo Pérez. Fueron incursiones reveladoras en lo que respecta al
abordaje de los textos como lectora. Y me clarificaron: mi veta es la poética.
En cuanto a poemarios inéditos, tengo listos “Ojos desnudos”, “Mitologías
blancas” y “Captura”. Este último
lo publicaré en el curso del año, posiblemente ilustrado por mí. Consta de tres
partes bien diferenciadas. “Captura”
es el título que alcanza a las tres: apresar lo inapresable. La segunda parte
se llama “Cofre familiar” y la tercera, “El acto de escribir”.
9 — ¿Integrás algún grupo literario? ¿Te
estás formando en otro quehacer artístico?
SM — Momentáneamente, no. Las
“Tertulias” entraron en receso. Respecto de algún
otro quehacer artístico, en efecto: desde hace unos años me estoy formando en
Artes Plásticas. Tomé algunas clases con el pintor Roberto Broullon, hasta que
falleció. Fue un hombre con un conocimiento profundo de su arte y un enorme
sentido del humor. En la actualidad prosigo con Haydeé Mustillo, con quien di
los primeros pasos, y Danielle Camus, que es una acuarelista extraordinaria.
Soy una exploradora que procura extraer lo mejor de cada una de las vertientes.
El artista debe ser “integral”. Conocer todas las artes y dominar todas las
técnicas que pueda. En algún momento tomé, también, clases de actuación. Mi
próximo desafío es el canto. La pintura me produce muchísimo placer; es algo que
me debía. He formado parte de muestras colectivas con el taller de Haydeé, organizadas
por la Municipalidad de Don Torcuato y de la ciudad de Tigre. Este año fui convocada
a la muestra “Vecinos” para exponer en el Consejo Deliberante de Tigre.
10 — ¿Cómo es un día común en tu
cotidianeidad? ¿Y un fin de semana no estándar?
SM — Trabajo, disfruto de mis
compañeros, de mis alumnos y de mi familia, me divierto con mis amigos y con mi
nieto cuando me visita, miro películas —ya que el cine es otra de mis
pasiones—, leo, escribo y pinto.
Un fin de semana no estándar es
compartir el almuerzo y el resto del día pintando y dibujando con mi amiga
Danielle Camus.
11 — ¿Un apunte sobre tu ligazón con
la escritura…?
SM — A veces, se me torna imposible
pasar en limpio y descartar. Siempre me parece que lo podría “decir mejor”.
Eso me lleva a épocas de desconexión con la escritura, lo que me provoca
desazón. Pero bueno…, en algún momento me repongo.
12 — ¿Cómo te llevás con los objetos,
con las máquinas, con la tecnología, con los animales, con la gente, con las
aglomeraciones?
SM — Con las máquinas y la tecnología,
muy bien. Soy consciente de que hay que “aggiornarse” para estar actualizados y
aprovechar el caudal inagotable de posibilidades que proporcionan. Lo que me
inquieta es la celeridad con que casi todo caduca: los softwares, por ejemplo. Y hay que volver a empezar
o acceder a medios más modernos y, por ende, más costosos.
En cuanto a los animales, la gente y
los objetos, son materia para la “creación”. Todo irradia vida y sustancia
propicia para el poema o el cuadro. Volvamos a Charles Baudelaire en su
“Correspondencias”: “La Naturaleza es un templo donde
vivos pilares/ dejan surgir, a veces, confusas palabras”. Todo llega a mí, con su abundante entropía, como imantado por
la avidez de la captura. Por eso digo en un poema: “Cierro los ojos/ para que se anime y salte/ para que caiga sobre mí/
como un cuchillo/ una espada/ una colmena/ un relámpago/ una brisa/ como un tigre/
cayendo/ sobre su presa.”
Y como hiciste referencia a los
animales, el poema que sigue está dedicado a mi gato siamés.
“
Faraón
“Tú reinaste en Bubastis
con los pies en la tierra,
como el Nilo”
Olga Orozco
En mi nombre
se imprime
el peso de la
estirpe.
Adorador del
sol
soy vena y
arteria
del enigma.
Reencarnado
felino
poseo el halo
de la fascinación
y el destello
de lo sagrado.
Sé descifrar
los signos
de la cercanía
y acudo
instintivo
al silbido de
las lágrimas.
Sometido al
sueño
de la esfinge
contemplo hipnótico
el traslado
del tiempo
como un buda.
Salmodia del
requerimiento.
Vigilia tenaz.
Abrevadero
de todas las
caricias.
Ungido deidad
yace pirámide
sobre la mesa.
De lo único que huyo es de las aglomeraciones; soy algo
ermitaña. En esta etapa de mi vida he comprendido que hay que alejarse de las
personas nocivas, negativas y desesperanzadoras… sin dejar de quererlas. Soy
sencilla, necesito cada vez menos cosas y persigo la armonía en todas sus
facetas. Los animales me conmueven por su simpleza: no se ofenden ni se
resienten, son incondicionales y siempre están dispuestos a proporcionarnos su
adorable compañía.
13
— Transcribo un breve párrafo de la novela “Una cierta justicia” de P. D. James: “—Esto es lo que más echaré de menos
—declaró—; las luces de las farolas, aunque ahora que son automáticas ya no es
lo mismo. Me gustaba esperar la llegada del farolero. Cuando desaparecieron,
tuve la impresión de que había acabado una era.” ¿Qué echás de menos?...
SM
— Echo de menos aquel maestro que era casi una figura paterna. Que se lo
respetaba y se lo admiraba. Yo, que trabajo en docencia hace casi tres décadas,
he visto cómo se ha ido desdibujando el rol del docente en general, e
inevitablemente, deteriorarse todo el sistema educativo.
14
— ¿Has rayado, dejado marcas en las paredes en
tu infancia, acaso de manera instintiva? ¿Hay instalado algún corazoncito en tu
adolescencia? ¿Y el arte urbano, los nuevos tatuajes en la piel urbana?
SM
— En mi infancia teníamos prohibido escribir las
paredes, ni se nos ocurría, al menos a mí; pero, en la adolescencia, lo que
pude hacer fue pegar cartelitos, fotos, frases en mi habitación. Estaba
atestada de cosas y el corazoncito quedó allí, en aquellas paredes…o, quizás,
en las no escritas.
El arte urbano me
parece un modo de expresión de la época; no hay nada más categórico que eso. Me
gustan las paredes de la ciudad pintadas (no todas, por supuesto): son como
aullidos.
15 — Referentes.
Los tuyos. No sólo literarios: musicales, pictóricos, teatrales,
cinematográficos…
SM — Son muchos, intentaré sintetizar; porque me
siento afortunada…, no sé cómo es…: ¿la gente viene a uno? o ¿uno va hacia la
gente? Me he cruzado con personas extraordinarias: Gianni Siccardi, quien abrió
las puertas y me lanzó al vacío… del que ya no dejaré de caer. Me vienen a la
memoria aquellos versos del franco alemán Yvan Goll [1891-1950] que dicen “la puerta que conduce lejos de ti/ nadie la
empuja nunca”. Máximo Simpson, con su exquisito humor y su meticulosidad
para desentrañar el verso. Leopoldo Castilla y el
desparpajo con que interpela todo lo que pulula a su alrededor. Enrique Molina,
el rey de la imagen. El norteamericano e. e. cummings; los franceses Paul
Eluard, Robert Desnos, Jacques Prevert; los chinos Po Chu i, Li Po, etc.
Referentes musicales: Johann Pachelbel, Pyotr Tchaikovsky,
Max Bruch, Queen, Freddie Mercury, The Beatles, Enya, Mercedes Sosa, Vox Dei, Ennio
Morricone, Philip Glass, etc.
Pictóricos: Vito Campanella, Fortunato
Lacámera, Francisco de Goya, Michelangelo Merisi da Caravaggio, Claude Monet,
Vasili Kandinsky, Hieronymus Bosch, etc.
Teatrales: Michael Frayn (“Copenhague”), William Shakespeare, Tracy Letts (“Agosto (Condado de Osage)”).
Cinematográficos: Actrices: Meryl Streep, Kate
Blanchet, Judi Dench, Helen Mirren, Mercedes Morán, Julieta Díaz, Leticia
Brédice, etc. Actores: Jack Nicholson, Robert De Niro, Dustin Hoffman, Diego
Peretti, Enrique Pinti, Alfredo Casero, etc. Directores: el maravilloso
Leonardo Favio, Carlos Reygadas, Arturo Ripstein, Wim Wenders, Clint Eastwood.
16 — ¿Hacia dónde te agradaría impulsar tu
escritura en procura de renovarla y desplegarla?
SM — Fantaseo
con encontrar otra forma de lenguaje. (Oliverio Girondo en “En la masmédula” lo hizo: considero que se vuelve un callejón sin
salida, se agota.) Intento —parafraseando a mi maestro— “decir las cosas más profundas con las palabras más sencillas”. Carlos
Patiño [1934-2013] lo expresa en su poema “Para ganar el pan”: “el poeta es/ como un viejo minero
solitario y muy terco/ que arrastrando su mula/ penetra cada día al socavón
pico pala esperanza/ golpe a golpe a la piedra tras la eterna quimera/ e igual
que los mineros/ son muy pocos los que dan con la dorada veta”.
17 — ¿Hay alguna teoría del cuento
que te interese? ¿Te complace más leer cuentos o novelas?
SM — “Morfología
del cuento” de Vladímir Propp, en su momento me subyugó. Lo leí en el único año en
que cursé la Facultad. Cuando hice el taller con Pablo Pérez me resultó muy
interesante la “Teoría del cuento” de
Edgar Allan Poe. Es un conocimiento muy acotado el mío. Me ubico como lectora.
Me complacen ambas alternativas. Actualmente leo cuentos: Guy de Maupassant me
parece de una exquisitez encantadora, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar,
Clarice Lispector, Ángeles Mastretta, “Las
mil y una noches”. En cuanto a novelas prefiero las de García Márquez, Milan
Kundera y José Saramago, entre otros.
18 — ¿Qué sucesos te enojan, te
irritan? ¿Cuáles te despiertan algún grado de ira? ¿Qué situaciones te aburren,
te empalagan, te saturan?
SM — La impunidad y la mentira me enfurecen.
Pero ¿cómo combatirlas? Me irrita la falta de responsabilidad y de
consideración hacia los demás. La cultura instalada de zafar de todo y tomarse
las cosas a la ligera.
Me aburre y me satura la información que
circula, generalmente, alrededor de un mismo episodio durante días y días,
dejando de lado los muchos acontecimientos importantes. No puedo evitar que
venga a mi memoria el cuento “Algo muy grave va a suceder en este pueblo” de García
Márquez: una mujer, durante el desayuno, formula el comentario enunciado en el
título a modo de presentimiento, y culmina cuando todos los habitantes del
lugar, presos del terror que fue infundado y trasmitido desde la primera hora,
incendian el pueblo y huyen despavoridos.
¿Qué me empalaga?: la mala poesía.
19 — ¿Con qué poetas te identificás?
¿Hay poetas de otras zonas lingüísticas que te motiven?
SM — No me siento particularmente
identificada con ninguno. Creo que he tomado algo de algunos de los que te he
nombrado como referentes. Los admiro, pero intento lograr eso tan
extraordinario y placentero que es que alguien lea unos versos y pueda
reconocerlos como míos. Ni hablar si, además, los recuerda.
Me motivan los poetas franceses, desde
los simbolistas y Guillaume Apollinaire en adelante, porque deshicieron los
límites y rompieron los moldes.
20 — “Te apunto” con
una pregunta que Santiago Espel se formula a sí mismo en su libro “Notas sobre poesía”: ¿En qué medida los
poemas que escribís te permiten dialogar con tu época, y ser un exponente de
ella?
SM — El
poema es un diálogo con uno mismo —escribo para conocerme—; eleva al poeta de
sus circunstancias inmediatas: “es el pensador dilatado,
agrandado pero flotante; es decir, el soñador”. Ése es
uno de sus deberes. Por eso, opino, que todavía leemos a Catulo —un latino del año
50 AC— o a los poetas chinos de la dinastía Tang, y los comprendemos como si
fueran contemporáneos. De todos modos, la impronta de la época está en uno y no
se puede eludir. Se traduce en algunos modismos o expresiones. No lo sé con
certeza.
*
Susana Macció selecciona
poemas de su “Captura” para acompañar esta entrevista:
GRIETA
Se
cuartea
la
pared
del
olvido.
De
su grieta
inocente
brotan
vivas
las
edades.
Clarividente
imperfección.
*
ÉXTASIS
En
la trama del aire
olores
sonidos sabores
enlazados
en
la cabellera del río.
El
éxtasis
se
mantiene
inmóvil.
Blancas
mariposas
me
rodean.
*
PROCESIÓN
Callejón
del paraíso.
El
trote de las horas
cruza
por
el filo de los ojos.
Incesante procesión.
*
SEDA
Arropada
en
el regazo
del
ayer.
Crisálida
remota.
Seda
tenaz
en
la yema
de
los dedos.
*
COFRE FAMILIAR
Pequeños
remotos
desperdigados
gestos
arropados
y guardados
con
la misma tibia pausa
conque
la abuela
guardaba
sus manteles.
*
VISITA
En
el plano cerrado
de
la oscuridad
mi
abuelo se presenta.
Tenebrosa
orbe
formas
que el miedo plasma
en
la virginidad del sueño.
Mi
abuelo me cobija
de
los terrores
de
la niñez.
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de
Don Torcuato y Buenos Aires, distantes entre sí unos 30 kilómetros, Susana Macció
y Rolando Revagliatti.
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