lunes, 23 de mayo de 2011

Nina Pedrini-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2011


UN EDIFICIO DE TRECE PISOS

Era feliz, siempre lo había sido. La infancia candorosa con fantasías ocupando los juegos y también los sueños, a veces dormida, otras, despierta.
El recuerdo nostalgioso de sus padres tan pendientes del bienestar de la familia, solidarios, respetuosos y respetados por los vecinos de la calle en la que vivían.
Imposibles amores adolescentes: Gregory Peck, Glen Ford, Rod Hudson, Errol Flyn, entre varios. La lista se completaba con los nacionales: Roberto Escalada, Carlos Cores, Jorge Salcedo y algunos más.
Las tardes con las amigas en el umbral de su casa, compitiendo sobre temas tan importantes como quién de todos los galanes de moda sería el modelo de candidato para el hombre de sus sueños.
Después llegó el tiempo de la realidad, que no la defraudó, se enamoró de verdad, fue el único hombre en su vida. Los hijos, cada uno de los cuatro hizo su camino, llegaron los nietos. ¿Llegarán los bisnietos?
Cada noche se sentaba en el sillón del living mirando por la ventana de su departamento del sexto piso y, apaciblemente, recordaba episodios del pasado.
No se sentía sola, los recuerdos la acompañaban. Decía que las luces de la ciudad le hablaban con guiños y así, quedaba dormida.
A veces decidía ir a la cama, especialmente en invierno, pero extrañaba a su compañero, además, se escuchaban los ruidos de los departamentos de al lado y de arriba. Mejor el sillón, espacioso, mullido, cómodo.
Esa noche, después de pasar la tarde con sus amigas, tomar un té con abundantes confituras, criticar al gobierno, comentar las dolencias de cada una, festejar las ocurrencias con carcajadas estruendosas hasta las lágrimas, se sentó en su sillón. Se sentía feliz, era feliz y disfrutaba de lo que la vida le regalaba cada día.
El sueño estaba llegando sin prisa, con prudencia, en silencio, cuando los muebles comenzaron a moverse de un lado a otro. El sillón se deslizó hasta la ventana, luego retrocedió chocando contra la pared opuesta, continuó su recorrido en sentido contrario y se detuvo en el lugar de partida.
¿Qué pasa? ¿Estaré mareada? Deben ser las cervicales, mañana voy a pedir turno con el doctor.
Intentó reacomodarse ya que el supuesto mareo le cambió la posición unas cuantas veces. Sin darle tiempo para comenzar a hacerlo, el preciado sillón volcó hacia atrás, quedó con el respaldo en el piso y las piernas de la dama suspendidas en el aire.
Escuchó un estruendo, voces, gritos, el mundo se había dado vuelta.
No podía moverse, la postura “patas arriba” no le permitía ni pensar cómo hacerlo, ni intentarlo.
El bullicio afuera era cada vez más intenso, escuchó las sirenas. ¿Serán ambulancias? ¡Otra vez los árabes cometieron un atentado!
Cerró los ojos, quiso rezar pero no recordaba cómo se hacía ni qué se decía.
¿Qué es esto? ¡El fin del mundo! Hace tiempo que los testigos de Jehová lo vienen anunciando. ¡Y pensar que nadie los tomó en serio!
Escuchó golpes en la ventana, alguien preguntaba si había personas en el lugar. ¡ Conteste! ¡Diga algo!
¡Ay! ¡Qué vergüenza! ¡Se están viendo mis ropas internas! ¡Ayúdeme a bajar las piernas!
Varias personas ingresaron al living, a tientas ubicaron a su moradora, no había energía eléctrica y el gas también fue cortado Levantaron el asiento, cargaron a la mujer, la sacaron por la ventana, la ubicaron en lo que hasta hacía diez minutos era la calle.
Personal de asistencia médica le tomó la presión, le hicieron abrir los ojos, pincharon uno de sus dedos para determinar el nivel de glucosa, le indicaron que levantara los brazos. Sonría, por favor. ¡¿De qué me voy a reir?!Diga algo, lo que se le ocurra.¡Déjenme pensar y digan ustedes qué pasó y en dónde estoy!
Se cayó el edificio, está en una ambulancia, dos de sus hijos la van a llevar a un lugar seguro. Por suerte no tiene nada, sólo un rasguño en el brazo izquierdo.

Por la mañana, diarios, radios, televisión e Internet, difundieron la noticia:
Un edificio de 13 pisos terminó recostado, casi intacto, sobre el piso de la ciudad de Vista Bella, República de Sojalandia.
Había 60 vecinos y no les pasó nada, 49 sólo cayeron de las camas, una anciana quedó en posición de cúbito dorsal con las piernas en el aire, por fortuna: ilesa. 10 estaban embarazadas.

1 comentario:

Lorena dijo...

No te la puedo creer!!! Nunca había escuchados algo así. Y bueno, lo que es el destino no?
Yo ahora estoy por viajar a Argentina y reserve un apartamento Buenos Aires. Me confirmaron que era super seguro y moderno, así que nada le va a pasar!
Lore