MARÍA
A Santiago
la mañana le despuntó el alma haciendo que sus ojos se abrieran a la vida de un día más.
La
elongación lógica del despertar hizo que su cuerpo, al estirarse, ocupara más
lugar en esa cama, refugio de su cansancio y testigo mudo de sus
preocupaciones y sueños placenteros.
Se levantó cansado, no entendía por qué le sucedía eso, pero se olvidaba de
ello al comenzar con el ritmo enloquecido del quehacer diario. Aún se debía
bañar, afeitar, desayunar, mirar alguna noticia on line, sacar el auto y llegar
a horario a la oficina de Investigaciones especiales donde trabajaba hacía ya veinte
años.
Se había
iniciado en Santa Fe, Capital, y hacía cinco años que lo habían trasladado a la
ciudad de Venado Tuerto. Su día laboral era largo, regresaba a las 20 hs., de noche ya en este crudo
invierno santafesino.
Mientras se
bañaba recordó la noche anterior cuando, camino a su casa, esa bella señorita
le había hecho dedo para que la llevara.
Él nunca
llevaba a nadie, pero se apiadó de esta casi niña por el frío que hacía y
además por el peligro que corría estando en estos tiempos sola en la ruta.
Su camino
de regreso fue más placentero que de costumbre, pues compartió una agradable
charla con María_ que así se llamaba_.
No se
arrepintió de haberla llevado, fue una buena experiencia.
Era hermosa
además de sencilla, y especialmente agradable. Le contó de sus esfuerzos ya que
estudiaba y trabajaba, que algunas veces se le hacía tarde y como sus padres no
tenían auto, al perder el colectivo, hacía dedo.
Él le
explicó del peligro que puede ser el hacer dedo y que la levante cualquiera
¡hay tanto degenerado suelto!, ella sonrió pero nada acotó a su comentario.
La dejó frente
a su casa, que quedaba a un costado de
su itinerario. Desde la puerta lo saludó agitando su mano y él siguió
satisfecho su camino.
Pasaron quince
días de esto y llegó el tan ansiado viernes. Una tormenta muy fuerte se estaba
formando, él la veía transformarse nube
a nube a través de su ventana. A la hora de salir el cielo semejaba una guerra
galáctica. Relámpagos iluminaban el cielo mientras el ronronear de los truenos
estremecía los oídos.
Buscó
apresurado su auto, tenía miedo a que cayeran piedras y lo arruinara. Si bien no
era nuevo, lo cuidaba pues no tenía otro medio de transporte y le había costado
mucho poder comprarlo.
El viaje
era un verdadero infierno, tenía que ir muy despacio pues la lluvia era muy
intensa y la visibilidad casi nula.
De pronto
la vio a un costado de la ruta haciendo dedo. Reconoció a María, fue aminorando
hasta que aparcó en la banquina. Ella también lo conoció entonces corrió
presurosa hasta el auto. Al entrar se tentaron pues estaba tan mojada que
parecía una cascada.
_¿Qué pasó
María, perdiste el colectivo?
_ Sí, y
hace como veinte minutos que estoy haciendo dedo, por supuesto que nadie me
levanta porque no me conocen ¡y la lluvia es tan intensa! ¡además está fría!
_¿No tenés
un abrigo para ponerte?, yo no tengo nada dentro del auto.
_Si, tengo
una camperita en mi mochila, pero no me la ponía porque se me iba a mojar,
ahora sí lo voy a hacer, por lo menos me calmará el frío.
Siguieron
la ruta riendo de cosas insignificantes que les había pasado en sus vidas. Se
habían olvidado de lo intensa de la tormenta.
Ella era
muy dulce, muy madura a pesar de la edad que aparentaba, sus dichos eran
profundos, categóricos. Más la escuchaba más quedaba prendado de esta mujer tan
única y especial. Su cara trasuntaba paz, tenía la tez blanca, el cabello
oscuro y unos bellísimos ojos color gris como nunca había visto. Llegó a su
casa y bajó corriendo previo darle las gracias. Se despidieron hasta el próximo
encuentro.
Santiago cenó
tranquilo y distendido. El viernes era como un oasis en su vida. Miró una
película y a pesar de dormirse de a
ratos en su amado sillón, disfrutó de ella. Luego se acostó y durmió
plácidamente hasta las nueve de la mañana. Los sábados no trabajaba y es por
eso que su despertar era una fiesta.
Fue a
buscar su notebook al auto cuando descubrió que en el suelo del mismo estaba la
campera de María _seguramente se le había caído al bajar corriendo_
pensó. Sus ojos rieron al recordarla. A la tarde tenía
que ir al súper a comprar víveres, así que se la dejaría de pasada.
A las cinco
de la tarde salió para hacer sus compras.A pasar frente a la entrada del camino que lleva a la
casa de María recordó la campera olvidada.
Frenó, y se
adentró en él. Llegó, golpeó la puerta con el llamador que pendía de ella.
Esperó. Creía que en ese momento no había nadie, pero la puerta se abrió y una señora mayor apareció
en ella.
Se presentó
y le explicó que venía a devolver la campera a María.
La señora
lo hizo pasar, se sentó junto a él en un sillón que mostraba los años que tenía
y le dijo suavemente:
_Cuénteme
por favor.
Volvió a
repetir todo lo que había dicho. De pronto vio la foto de María sobre la
estufa. Sus ojos se iluminaron. La señaló con el dedo y dijo casi riendo _Ahí
está, incluso creo que esta es la campera que lleva puesta en la foto ¿verdad?_
_¡Sí! _
dijo la madre_ es la misma. ¿Cuándo dice usted que se la olvidó en su coche?
_Anoche, yo
venía de trabajar y ella de la escuela y como estaba haciendo dedo la traje.
Pero no se preocupe, la he traído muchas veces y la he respetado siempre.
La mujer se
levantó, miraba la foto y lo miraba a él. Se notaba nerviosa, incrédula, a tal
punto que le preguntó:
_¿Qué
sucede señora, no es acaso la campera de María?
_Sí dijo
ella y largándose a llorar siguió diciendo_ pero María, señor, ha muerto hace
ya veinte años, cuando sólo tenía dieciocho.
Era el sol
mi vida y de la de mi marido. Él no pudo soportar tanto dolor y se fue con ella
al poco tiempo.
Santiago sintió
que el día se oscurecía de golpe, la sangre se le transformó en fuego corriendo
dentro de él. No entendía nada. Cayó sobre el sillón. Sentía su cara transformada,
sus ojos ardiendo.
_¿Pero qué está diciendo señora? si yo hablé
con ella, la traje varias veces a su casa, ¡es imposible lo que me dice!
_Ojalá lo
fuera. Hace veinte años ella venía de la escuela y como no había alcanzado el
colectivo hizo dedo en la ruta.
Nunca se supo quién la levantó, pero luego de
muchas horas de búsqueda ante nuestra denuncia, la policía la encontró a un
costado del camino, golpeada, violada y muerta.
Se terminó
mi vida cuando supe la noticia. Ya no vivo más desde ese día, sólo sobrevivo y todas las noches le pido a
Dios me lleve con ellos. Acá no tengo paz.
_¿Pero cómo
me explico que se me haya aparecido? ¿qué me está queriendo decir?
_No lo sé
señor, realmente no lo sé. Perdone mi pregunta pero ¿usted en qué trabaja?
_Soy
investigador especial, es un cargo dentro de la Policía de la provincia.
Ambos se
miraron. Sus bocas callaron, sólo sus miradas habían hablado.
Él pregunto _¿nunca se descubrió quién fue su
asesino?_
_No, nunca
se llegó a la verdad. Seguramente es por eso señor que su alma lo ha elegido
para que lo descubra y pueda finalmente descansar en paz.
Todavía
movilizado por el estupor y por el dolor de esa madre, la tomó de las manos y
le prometió que a partir del lunes se abocaría a desentrañar lo que había
sucedido esa noche,
_Le aseguro señora que María va a poder
descansar en paz.
Dijo eso y
perturbado aún abrazó fuertemente a la señora y salió de la casa.
Sentado en el auto se reclinó sobre el
volante. Era muy fuerte lo que le estaba sucediendo. Había perdido la noción de
tiempo y espacio.
Luego de un
rato de estar así comenzó a razonar. Su mente se enfrió, y sintió muy dentro
suyo que había vivido un extraño episodio paranormal donde alguien, desesperado,
le estaba pidiendo justicia por lo que le había sucedido.
No
esperaría al lunes, ahora mismo iría a buscar el expediente a la Seccional. Tenía
todo un fin de semana para leerlo.
ACLARACION
Esto es lo
que corre de boca en boca como algo real de lo que hace mucho ha sucedido en
esta zona de mi país.
Lógicamente lo elaboré cambiando algunas
situaciones, pero lo concreto que se dice de boca en boca es lo de la campera
caída cuando estaba con alguien que no la conocía y que pertenecía a una chica
muerta hace muchos años, que la madre la reconoció como la de su hija y que el
hombre reconoció a la muchacha en una
foto que la madre le mostró.
Luego de
esta historia escribiré el descubrimiento o no del asesino de María, pero eso
será sólo un cuento.
Lo que se
dice como real, con mis aditamentos, acabo de escribirlo hoy.
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