Ella
Vivía en mi casa.
Sin pedir permiso se adueñó de lo mío.
Nunca conversábamos.
Estaba todo el día en su habitación.
Salía a comer algunas veces.
Pero todo estaba en orden cuando yo regresaba.
No sacaba nada de lugar, porque debía aterrorizarse cuando
pensara
que la podría echar a la calle.
Algunas madrugadas me sinceraba con ella mientras
tomaba un café.
Anoche, aparecí repentinamente en la cocina.
Debían ser las dos de la mañana.
Prendí la luz y estaba ella.
Ella con sus hijas.
Entonces grite: ¡basta!
Y las aplasté a todas con mi chancleta.
3 comentarios:
¡Qué macana! ahora voy a tener que agregarte a la lista de los grandes escritores de microrrelatos vivos. ¡Estás en casi todas las listas! Ya de por sí, los relatos con impronta me encantan, me gusta escribirlos y leerlos (Ya conocés algunos míos). En fin: Marta Díaz: Genio total. Un abrazo. Marcos.
Al leerte, Marta, no descubro nada nuevo.Lo tuyo es el humor.En el transcurso del tiempo en que nos conocemos, puedo observar que has crecido en distintos aspectos literarios.Me gustaría que incluyeras el humor-aún más- evaluando que es tu elemento principal.
me gusta mucho leerte, siempre me sorprendes.esta vez por hacer un relato con esos elementos.
Besos Rita
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