Informe de un explorador urbano
Es sabido que la red de alcantarillado es un entramado complejo que recorre todo el subsuelo de la ciudad, llegando al sótano de los cuarteles y la bóveda de los bancos. Para nadie es un misterio que una docena de bancos del centro de la capital almacenan sus reservas en un depósito subterráneo situado justo debajo de la Plaza de la Constitución. Se está haciendo sentir la necesidad de una policía especializada en el examen de las nuevas tácticas de los elementos antisociales, incluyendo a los terroristas y narcotraficantes, que parecen disfrutar de una curiosa lasitud por parte de los agentes del orden público y de un trato más que benevolente en algunos juzgados de la capital, de todos conocidos y que no vamos a mencionar. Seguramente existen elementos infiltrados en la Compañía de Agua Potable o el Servicio de Alcantarillado, o en el mismo Metro, que dicho sea de paso es de propiedad y controlado por capitales foráneos, y no he podido conseguir mapas detallados. Por las inmediaciones del lugar de los hechos y según testimonio de los vecinos, se ha visto rondar a un individuo joven vestido con un uniforme amarillo como el que usan en una infinidad de reparticiones y empresas. El día anterior se lo vio apersonarse ante la puerta de la casa habitación donde se desarrollaron los luctuosos sucesos que ya son de conocimiento público, y golpear repetidamente la puerta de un modo regular, como si estuviera dando un santo y seña, según la trabajadora del hogar de la residencia situada justo al lado y cuyo dueño pereció accidentalmente al iniciarse los hechos de todos conocidos. El dueño de esta vivienda, contigua a la del lugar de los hechos, como ya dije, habría fallecido de un ataque al corazón a raíz de un altercado con una patrulla de representantes en servicio del Cuerpo de Carabineros. Se trataba de un coronel retirado con antecedentes políticos sospechosos—había participado recién entrado al ejército en la revolución de Marmaduque Grove—. Se lo había sido visto en la noche anterior a los lamentables sucesos haciendo señales láser hacia la casa vecina. Los verdaderos propietarios de la casa en cuestión se encontraban fuera de Santiago durante el desarrollo de estos acontecimientos, en un presunto lugar del campo, una parcela en la zona central, cuya exacta ubicación hasta ahora no he podido averiguar.
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