jueves, 3 de diciembre de 2009

Dora Perricone-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2009



El momento


¿Podría darnos datos para confeccionar el identikit?
Ante la pregunta, Marcia mira con asombro al inspector de policía, y luego se dirige la mirada hacia el dibujante, sentado a un costado, con un lápiz en una mano y una hoja en la otra, como esperando el momento. Se le ocurre, de pronto, que éste también es su momento, casi servido en bandeja.
Imagina el rostro de Darío dibujando sobre ese papelón blanco aún. No sería tan difícil decir que "sí", luego de haber sufrido un robo en su departamento, ese que los cobijara durante años, siendo testigo de su amor, hasta que un día, Darío la abandonara por otra mujer más joven.
En un instante, vuelve a su mente el momento en que fuera sumida en ésta soledad que la acompaña y la aprisiona día a día, sin ánimo de liberarla.
Conoce demasiado ese rostro, será fácil describir a un joven de unos treinta años, ojos claros, labios sensuales, delgado y de cabellos castaños. No olvidará decir de su lunar sobre el labio superior, algo que lo identifica plenamente.
Marcia vuelve a mirar al inspector, sin saber cuánto tiempo pasó desde su pregunta. Segundos, tal vez minutos, inmersa en un torbellino de delirio y realidad. "Sí, inspector", responde al fin.
El dibujante comienza a esbozar líneas que van naciendo desde sus palabras, de un rostro que va cobrando vida para ella.
Ya casi olvidó a ese joven encapuchado que la apuntara con un arma, pidiéndole dinero y joyas, para huir luego con parte de sus pertenencias. Qué importa ahora. Ahora sólo piensa en Darío, al ver finalizado el fiel retrato que se presenta ante sus ojos.
"Sí, inspector, es él".
Hierática, su voz ha tomado forma.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno tu cuento Dora.

me gustó mucho
besitosss Jóse