viernes, 4 de diciembre de 2009

Foly Galán-España/Diciembre de 2009

A CINCO METROS

(HIPOTÉTICOS)


… A mi personaje favorito: el escritor…


Capitulo 1

NO SABRÍA DECIRTE


Supongo que lo más difícil es crear al escritor, es el personaje más complejo: en su imaginación nace la trama de cada relato: protagonistas, diálogos, vestuario, escenarios. También ejerce de narrador, afrontando con orgullo toda responsabilidad. Nosotros únicamente nos limitamos a participar, interpretando el papel secundario que tenemos asignado. A excepción nuestra, todos los demás personajes serían sustituibles con facilidad.

El escritor es un marinero solitario, navegando en el océano insondable de las ideas, echando redes y lanzando anzuelos por doquier, en los que anhela enredar algo comestible para el lector; luchando contra sus propias limitaciones personales o las que le impone su entorno; buscando presas originales e inéditas, capaces de deleitar los paladares literarios más selectos o exigentes. Su estilo se va forjando dentro de la ambigüedad, entre éxitos y fracasos, aceptación y rechazo, confianza e inseguridad.

No sabría decirte con exactitud, qué motivos o estímulos fueron necesarios para engendrar personaje tan polifacético y controvertido; hasta puede que se habilitara por cuenta propia, afianzándose en la creatividad latente. Por lo general me suelo dejar llevar confiado, mientras compartimos criterios dentro de la coherencia, aunque no siempre es fácil y como podrás imaginar, me roba mucho tiempo.

Ahora mismo le percibo cerca de nosotros, a cinco metros hipotéticos de distancia. Permanece estático, en silencio, esperando su oportunidad. Aprovechará cualquier descuido para presentar algún personaje ficticio y proceder a narrar una historia improvisada. Siempre obra de esa forma, es su manera habitual de proceder; aunque hoy se está demorando algo más de lo previsto, probablemente porque odia ser previsible, le encanta sorprender.


Capitulo 2

EN TRÁMITE


A cinco metros hipotéticos, la vida es totalmente diferente. Cada segundo nacen y mueren opciones y posibilidades; personajes y anécdotas son catapultados a la imaginación, cobrando vida en imprevisibles tramas ficticias. Aparecen alineados ante un falso espejo, igual que en una rueda de reconocimiento policial, donde serán seleccionados o descalificados; independientemente de sus virtudes o defectos, sus destinos están en manos del ser juguetón que les creó.

Roberto es uno de los personajes que habitan allí, esperando salir y contar su propia historia, una historia que hasta él mismo desconoce, porque aún no ha acontecido. En este preciso instante no puede disimular su entusiasmo: el escritor le ha seleccionado. Minutos antes, llevado por la más angustiosa intriga, preguntó por su presente inmediato y lo único que logró escuchar, fue: “no sabría decirte”. Ahora su futuro está en trámite, puede ocurrir cualquier cosa, su destino dependerá del estado de ánimo de su creador, su Dios.

Roberto exhaló el aire contenido en sus pulmones, alzó la mirada al cielo y agradeció ingenuamente su buena suerte; luego, abrió la portezuela de su vehículo, entró, puso en marcha el motor y se distanció lentamente, mirando de forma discreta e intermitente lo que dejaba atrás, menguando en el espejo retrovisor de su parabrisas. Hipotéticamente, sentirá que ha recorrido varios kilómetros, pero será una mera ilusión, jamás se alejará más de cinco metros; aunque serán suficientes para llegar a su domicilio, donde le aguarda su amada Luisa comprensiblemente emocionada, su marido le acaba de dar sentido literal a su vida.

Ambos se abrazarán y besarán, compartirán brevemente sus impresiones y quedarán expuestos a lo que devendrá del encuentro. A partir de ahora, cada segundo que pase parecerá eterno, angustioso; la incertidumbre será generalizada y las expectativas subjetivas variarán dentro de la dualidad, favoreciendo pensamientos que irán desde la buenaventura al catastrofismo. Afortunadamente, el timbre del teléfono sonó antes que la desagradable situación se prolongara mucho más.


Capitulo 3

LA LLAMADA


Luisa se apresuró a descolgar el auricular y Roberto se acercó sigiloso, aproximando la cabeza para escuchar también la conversación. La ansiedad transpiraba disfrazada de sudor por cada poro de la pareja, humedeciendo sus frentes y encharcando la unión de sus mejillas al altavoz. Era alguien preguntando por Javier… ¡qué desilusión!

En todos los eventos suelen aparecer espontáneos, individuos impulsivos ávidos de fama o protagonismo, que aprovechan cualquier circunstancia para hacerse notar. Son capaces de telefonear a viviendas ajenas preguntando por sí mismos. Javier lo hace a menudo, ojea las Páginas Amarillas eligiendo números al azar, a los que telefonea preguntando: ¿está Javier? Cada diez o doce llamadas coincide con algún tocayo, dando pie a todo tipo de diálogos absurdos e intercambios de adjetivos, que por educación les ahorraré.

Roberto y Luisa volverán a sentarse abrazados en el sofá; y Javier, sonriente, seguirá marcando números de teléfono al azar. Todos permanecerán así indefinidamente, dentro de un bucle onírico, ajenos al interés inusitado que prodigan sus trayectorias en la fantasía, donde la distancia más larga jamás sobrepasa los cinco metros y todo lo imaginable, puede suceder.


FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...

Foly: ¡buen trabajo!. Un abrazo, Laura Beatriz Chiesa.