jueves, 3 de diciembre de 2009

Esther Moro-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2009



La mujercita


La siento andar en la habitación contigua

Los muros no contienen el perfume de agua y alhucema que desbordaba de su presencia a través de la antigua piedra del convento.

Sus pies crujen sobre mi piel, llegan desde un hueco oscuro en lo hondo de algo.

Ella es la que canta los salmos en los ritos del amanecer, y su rostro es en las mañanas algo desvanecido en las penumbras del templo mal iluminado. Solo es su voz de seda, penetrando por mí oreja agrandada al centro de mi ser

( yo se que juego en sus recuerdos, como ella en los míos)

“cuando te toqué por primera vez, será con mis labios tu no sabrás donde”, ni cuando será. Susurraba su letanía

Una ansiedad de insecto me revolotea.

La mujercita toma la vela, el resplandor ilumina el pasillo, y entra en la habitación donde duermo este sueño del que vengo huyendo.

Puertas giratorias se abren y cierran a su paso.

Diosas en desuso crecen en sus ojos para alumbrar a la mujer que nace en mi puerta.

Abandonan sus huesos, rodando desde alturas, los hábitos oscuros que cubren la piel luz y sombra de tierra y luna.

Desnuda,

camina hacia mí en la helada noche del fuego más remoto.

El pelo cascada ámbar se suelta por los costados de mi cuerpo y sus labios ascienden por mis pies hasta la boca ,

donde olvido a esta carne abandonada al sueño para volar sobre el mundo y sus miserias,

hasta el íntimo instante donde la dios murió y creo la vida.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Esther!!!

Esa mujercita mística que vuela sobre el mundo y sus miserias

Tus cuentos Esther; medalla,

aplausos y besosssss

Hermoso!!! Jóse