lunes, 24 de septiembre de 2012

Marta Susana Díaz-Buenos Aires, Argentina/Septiembre de 2012



JUAN QUEBRACHO



Sabía que iba a ser campeón. De lo que fuese.
Jugaba bien al fútbol en la barriada  donde había nacido, allá por el 38.
Mi  madre, con esfuerzo me crío.
Mi padre se fue cuando nací.
Lo  odié por su abandono.
       En la adolescencia, supe que lo mío no era el futbol.
Mis amigos me alentaron a probar con el boxeo.
Con mi metro ochenta y cinco y un buen entrenador esperaba buenos resultados.
Además, era peleador,  pendenciero.
Como barra brava tenía un buen historial.
Me anoté en un gimnasio. Conseguí un sparring. Puse voluntad y perseverancia.
Al llegar a los 88 kilos, entré en la categoría de los pesados.
A los veinte años conseguí mi primera pelea en mi ciudad: Formosa.
Me eligieron por nombre: Juan “Quebracho” Gómez.
Mis contrincantes tenían la cara de mi padre: Y ya no me paró nadie. Les daba y les daba hasta dormirlos.
Al ganar por knockout, mi fama empezó a crecer.
Me rapé la cabeza. Me tatué dos calaveras a los costados, arriba de cada oreja.
Me  hice poner en uno de los colmillos un brillante. Al sonreír, irradiaba  sus luces.
 Conseguía la furia  de  mi contrincante y el aplauso de mis seguidores.
Y reía seguido, mostrando los dientes.
 “El superpoderoso Quebracho Gómez de la sonrisa brillante” rezaban los anuncios.
Mi  fama se fue extendiendo y conseguí encuentros con grandes boxeadores de mi categoría en Centroamérica.
En aquellos tiempos, siempre vencía yo. Y el perdedor: mi padre. Ese vencer y vencer  devino en un descontrol de vida.
Alcohol, mujeres y amistades iban minando mi fortuna.
Cuando comencé a perder en el ring, empecé a perder en la vida.
Tuve que vender el brillante para poder comer.
Si pudiera volver el tiempo atrás, elegiría otra vida.
Soy un despojo humano. Me cuesta pensar. A mi padre con el tiempo, lo perdoné.
Hoy, Juan “Quebracho” Gómez, no vale una mierda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Marta: Ya sabés, creo, que este tipo de relato es de los que más me gustan, por la crudeza y el realismo, y vos sos una maestra para el género. Me llama la atención la gran cantidad de datos precisos sobre los detalles del boxeo y sobre la vida de ese hombre, Me gustaría saber si és una historia real. Felicitaciones. Marcos.

SILVIA dijo...

HERMOSO

Abel Espil dijo...

Amiga , toda una realidad, extremadamente plasmada en el poema. Mundo de hombres perdidos en los triunfos efímeros.
Abel Espil