Comentario bibliográfico de
Roberto Daniel Malatesta a partir del poemario “Corona de Calor” de Rolando
Revagliatti (Ediciones La Luna Que, Buenos Aires, la Argentina, 2003),
publicado en la edición del 9.3.2006 del periódico “El Litoral” de la ciudad de
Santa Fe, provincia de Santa Fe, la Argentina.
“No creas en nada que no te haga reír”
Rolando Revagliatti, prolífico autor
de poesía, amén de dramaturgia y narrativa, organizador de eventos literarios,
dueño de una obra ampliamente difundida en revistas literarias y traducido a diversos
idiomas, nos entrega el libro número quién sabe ya. Lo cierto es que “Corona de
Calor” hace contundente un elemento que nunca dejó de faltar en sus anteriores
poemarios: el humor, elemento muchas veces desvalorizado si de poesía se trata,
cosa extraña que ocurra en el lenguaje de Quevedo y Lope de Vega, cosas
extrañas en nuestra memoria colectiva o será que nos enseñaron demasiado que
debíamos, para leer poesía, fruncir el entrecejo.
El tema del libro: el calor del
cuerpo humano, el sexo, la edad, el amor, tomados desde un nada convencional
ángulo desde donde nace el humor.
La forma es la ruptura con la forma;
aun así y pese a ello sus trabajos no están exentos de la musicalidad del
énfasis y aquí, he de hacer notar, se pierde un elemento, ya que R. R. entre
sus diversas experiencias con la palabra, ha grabado casettes con sus poemas.
El énfasis en sus lecturas, su formación teatral hacen de R. R. un peculiar
caso para el medio poético argentino: el recitado de sus propios poemas los
mejora.
El lenguaje, si por momentos llano: “Sólo
me interceptan las niñas / en el bosque / y me tientan con el contenido de sus
canastas”, otras veces juega con cacofonías, con sonidos: “la mal amada / ama /
mal // endeudadas” o casi arrabalero aunque traducido al siglo XXI: “alardeabas
con tu cabellera violeta y esponjosa / de una laya calificable de furibunda /
atiborrada por aritos y otros adminículos / prensores en zonas tiernas”. Y todos
estos recursos se predisponen para la
sorpresa, para el cierre inesperado del verso generalmente rematado en seco.
Piezas cortas, poemas sonoros fuera
de toda sonoridad tradicional, poemas, como debe ser, para ser leídos en voz
alta. En realidad R. R. parece tomarse nada seriamente o será verdad aquello de
que no ha de creerse nada que no te haga reír, precepto al parecer “seriamente”
incorporado por R. R. ya que los títulos de sus libros anteriores lo preanuncian: “De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):”,
“Trompifai”, “Picado contrapicado”, entre otros. “Corona de Calor” heredero de
toda una trayectoria parece ser, y aquí qué más da, soy subjetivo, su mejor
libro.
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