martes, 23 de julio de 2013

María Angélica Guarneri-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2013

De color gris oscuro


Como todas las mañanas, después de un sueño reparador, lo primero que hago es acercarme a la ventana, subir las persianas y apartar hacia un costado las tenues cortinas de seda, con la esperanza de ver nacer un día maravilloso. Pero no fue así, el día se presento opaco, con espesas nubes grises que se interponían entre el celeste cielo y la tierra.
Sin embargo el jardín se veía vestido de fiesta. Flores y hojas estaban adornadas, el rocío de la noche hizo su trabajo depositando en ellas el mejor de los regalos, pequeñas bolitas de agua que aún, con la débil luz del día, brillaban como diamante aún sabiendo que el sol al salir las evaporizará.
Mis ojos recorrieron el ámbito del cuarto sus paredes ya no lucían el esplendor de antes, ellas también como el día habían perdido el esplendor.
Se veían tristes, olvidadas aunque su amigo el sol se apoya en ellas no logra resaltar su antigua blancura. El tiempo fue desgarrando su vestidura y la humedad comenzó a dibujar en ellas oscuras formas inexplicables de color gris oscuro.
Pero ella espera...espera pacientemente, sabe que otra vez la vestirán de blanco y volverá a sentir el tibio abrazo del sol con sus rayos dorados.
Entonces... las húmedas imágenes desaparecerán y ella volverá otra vez a ser feliz, luciendo su nuevo vestido blanco.
Respiré hondo para aliviar mi preocupación y fue en ese momento que me hice una pregunta:...¿Estaré aquí en este mundo como un sueño, o lo que llamo sueño es el verdadero lugar donde la vida prevalece en una harmonía total?


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