sábado, 22 de agosto de 2015

Santiago Charro del Castillo-España/Agosto de 2015



INSTRUCCIONES PARA ENAMORAR A UNA ESPAÑOLA
                    
         Antes de comenzar con las instrucciones propiamente dichas, es conveniente adelantar una importante premisa que permita ilustrar con buena lógica las correspondientes conclusiones.
        Consiste la premisa, cumpliendo con ese principio de que toda regla tiene sus excepciones, en dejar por sentado que habrá un pequeño grupo de mujeres españolas excluido de este estudio y a las que no resulta necesario aplicar las presentes instrucciones con el propósito de enamorarlas. Este grupo excluido es conocido en la ciencia estadística con el nombre de: “cola de la distribución”, en la que se incluye, más o menos, el cinco por ciento del total.
La premisa anteriormente mencionada nos lleva a pensar que, algunas mujeres, o quizá la mayoría, como luego veremos, al leer estas instrucciones, afortunadamente, no se den por aludidas.
Sin más preámbulos, la instrucción primera es la asunción incondicional, por parte del varón pretendiente, de que, su nivel académico, profesional, o laboral, siempre deberá ser inferior al equivalente de ella. No trates de exhibir tus excelentes títulos universitarios (másteres incluidos) o tu alto cargo profesional, alcanzado con enormes sacrificios. Olvídate, por tanto, de ese prejuicio (en palabras de ella), de anhelar transmitirle, con el fin de enamorarla, un aura de protección y de estabilidad económica (todo ello invocando reminiscencias paleolíticas). Esta necesidad de sumisión es extensible también a aquellas profesiones menos intelectuales, de carácter manual, dado que actualmente suelen estar ocupadas por las cortejadas; como, por ejemplo: barrendero, fontanero, albañil, policía, y hasta soldados profesionales de élite. Esta instrucción lleva consigo, como parece lógico, la inversión de papeles históricos; y por tanto, lo recomendable estratégicamente es manifestarle tu ignorancia más absoluta; y llegado el caso, cuando estuvieras cerca de arrancarle un beso, confiésale tu analfabetismo (ficticio, claro, no te acomplejes), emitiendo sonidos guturales mientras le echas el brazo por el hombro; o, si prefieres, para que no se dé cuenta, puedes pronunciar algunos monosílabos, intercalándolos en los momentos inusuales en los que ella decide parar de hablar de lo que fuera (no trates de expresar tu opinión, recuerda que no tienes cultura ni nada).
Vamos con la segunda instrucción. ¿Te estás acordando ahora de usar la táctica del romanticismo, esa de escribirle poesías, invitarla a cenar y viajar a ciudades maravillosas, y alojarse en hoteles de cinco estrellas? Olvídate. Ella ha cenado ya en mejores restaurantes que tú, ha viajado a ciudades que nunca alcanzarás ni en sueños; y sobre poesía, normalmente, son capaces de recitarte de memoria algunas; pero, no creas que son poemas de poetas consagrados, qué va. Han sido escritos por ellas mismas. ¡Ah!, y no se te ocurra bostezar cuando esté declamando ripios y cacofonías.
La tercera instrucción podría constituir una subdivisión de la segunda (segunda bis), ya que es aplicable al terreno de la seducción previa al acercamiento corporal. Y es la siguiente: consultar el código penal antes de dirigirle un piropo, por si fuere constitutivo de un delito contra la libertad sexual. Para el caso de que el varón se encontrara solo frente a la dama con la intención de obtener placer al juntar ambos cuerpos mediante una cópula completa, se recomienda la presencia de testigos que sirva para probar el consentimiento de ella, ya que, en caso contrario, esa unión podría derivar en un delito de violación. Esta recomendación es como una subdivisión, a su vez, de la segunda bis y daría lugar a la segunda bis bis.     
La cuarta instrucción posee un carácter defensivo. Ahora lo explico. Con la aplicación de las instrucciones primera, segunda y tercera (o las bis de la segunda) el enamoramiento de la dama está conseguido; sin embargo, el varón, como es evidente, no resultaría enamorado, salvo que fuera masoquista. Tendente a eliminar este injusto desequilibrio amoroso, descubrimos la instrucción cuarta, obtenida de las anteriores empleando el método deductivo. Consiste la cuarta en: no aplicar ninguna de las instrucciones anteriores.
“Entonces, ¿cómo las enamoro?”, te preguntarás. No hace falta enamorarlas, no lo necesitan. Ya es hora de que te vayas desprendiendo de tu ingenuidad y de tu machismo. “Pero ¿y la soledad?, no sé vivir en soledad”. No te preocupes, consigue su amistad. “La amistad, por sí sola, no es amor”. Sí, ya lo sé, pero, hemos conseguido demostrar en esta investigación, que los resultados son los mismos, se esté en situación de enamorados o de amigos. “¿Y siendo solo amigos, podría besarla, acariciarla, y todo eso?” Claro que sí, y concebir hijos sin tu ayuda (no te asustes, quiero decir sin cópula). ¡Ah!, como consuelo, acuérdate de la premisa del principio de este informe: esa de la cola de la distribución.
“¿Y cómo encuentro a las mujeres del grupo de la cola?” En ese trabajo andamos actualmente, investigando con el objetivo de localizar la cola de la distribución; para lo que nos hemos visto obligados a aumentar la plantilla de investigadores y el presupuesto económico.

No hay comentarios: