sábado, 22 de agosto de 2015

Marta Susana Díaz-Argentina/Agosto de 2015



TORMENTA

Me despierto por el ruido de la lluvia que  asemeja el sonido de marimbas en esta noche que creía apacible. Casi en un susurro empiezo a tararear nuestra canción.
Ansío que las gotas que caen sobre el techo de chapa se oigan a pesar del viento que hace chirriar las vigas de madera.
Ahora el golpeteo se oye más intenso como si fuera una muchedumbre que se acerca vociferando un grito de guerra acompañado de timbales.
Es pasada la medianoche como aquella vez.
De repente una luz intensa como el disparo de un flash entra por la ventana entreabierta.
Luego aparece el trueno brutal y violento que aumenta mis expectativas.
No me asusta. No me inquieta. Al contrario. Siempre lo estoy esperando.
Me levanto feliz.  No es común una tormenta en este lugar árido donde transcurre mi vida.
Entre luces, truenos y lluvia que suenan como una orquesta sinfónica, me cubro con mi mejor vestido.
Tela blanca y vaporosa envuelve mi cuerpo y salgo a la calle.
Solo los relámpagos iluminan el escenario que parece un telón cerrado por el agua que cae a raudales.
Los charcos hierven de gotas espumantes y me hundo cada vez más entre sus burbujas.
Mi vestido está adherido al cuerpo cual si fuera un celofán incoloro.
El cabello pegado a la cara me tapa los ojos de a ratos y mi mirada brilla entre lluvia y  lágrimas.
Sigo avanzando por las calles inundadas.
Me cuesta cruzar las bocacalles. El agua me empuja violenta hacia el río donde desembocan las alcantarillas.
Canto. Todo el tiempo voy cantando. Lo vuelvo a tener a mi lado. Lo abrazo.
Siento que giramos los dos en una danza loca inundando de felicidad  todo mi ser.
De a poco el temporal amaina.
Los charcos ya no burbujean y los flashes dejan de dispararse.
Desando el camino. La oscuridad me envuelve.
Ahora estoy otra vez sola.
Así, empapada,  me acuesto y envuelta entre las sábanas, aprieto fuertemente los  párpados para no ver la luz del nuevo día que me lo va a arrebatar otra vez, hasta recuperarlo en la próxima tormenta.

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