La Antártida llora cascadas de sangre
Vestigios
de un tiempo que no volverá
Glaciares
eternos, monumentos e iceberg…
Gigantes
de hielo en un campo austral.
La Antártida llora su clamor abatido
Un
llanto de siglos, más salado que el mar.
Donde
emerge la vida en cauces rojizos.
Preñados
del eco, de tiempos atrás.
La Antártida llora y hay sangre en su
nieve
Hay
fuego en sus sienes, derritiendo su edad,
El
valor del progreso se ha cobrado con creces…
Recaudando
el suceso del calentamiento global.
La Antártida llora cascadas de sangre
Al
desleír sus instantes, al abolir su
fanal.
¿Dónde
irán los pingüinos y los osos polares?
¿Será
solo un gran mito la
Aurora Bolear?
La Antártida llora, un pesar, un
suplicio,
su
impoluto estrato, lo ha cruzado un puñal,
las
venas del mundo han llorado en un río…
Ustible
y viscoso, ansiado y voraz.
Diamantes
de luz, carámbanos de estío…
Se
derrumban inertes, en campo polar.
Se
apaga el fulgor de todos tus bríos
Se
diluye tu estipe milenario en el mar.
Pareciera
que el hombre no escuchara sus gritos,
Pareciera
que el frío, escarchara su afán.
Las
voces del mundo y todos sus vicios,
Acallaron
el grito de auxilio final.
La Antártida llora cascadas de sangre,
Se
respira en el aire, lo que causa su mal…
Cada
vez que el progreso muestra sus fauces
y
se alza en ostentos, se derrumba aún más.
Ecos
de un mundo silente,
Alaridos
de un minuto final
Ante
los ojos del mundo, la
Antártida muere…
Mientras
el mundo, le ayuda a expirar.
Si
el cosmos conspira y se mueve,
Si
el destino está escrito y vendrá,
Si
en la vida, los milagros florecen…
No
dejes morir el tesoro crucial.
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