El himno que habita mi boca
Hay noches, que como diapasones vibran en mis oídos,
noches en que despierto de este despertar nublado al que me aferro
para ver esconderse el Sol y salir la Luna desde la wenmapu,
la Tierra de Arriba que se abre, dejando caer
estrellas en mis manos.
Noches, en que la ñukemapu, la Tierra Morena
que me habita,
me mira a los ojos, con esos ojos que tienen alas y dice:
-No te detengas fruto de mi vientre, libera los sueños que te habitan.
Y es en esos momentos, que me levanto y pido a la tierra,
desde mis hondonadas, que son sus hondonadas,
que despierte a los dioses que habitan en las piedras,
para que pronuncien mi nombre, el de los que murieron,
el de los que sobreviven, de los que vendrán
y el de estas tierras que nos arrebatan
gota por gota de agua, grano por grano de maíz.
¡Qué Ixachilan, la Inmensidad del náhuatl
despierte!,
que cubra y abrace al zemanauak, el universo moreno,
que la Runa
Pacha del quechua despierte en las siembras,
que la Tierra
de los Vientos del quiché sople hasta mi boca,
que Abya Yala, la Tierra Madura
de los kuna despierte,
que como un espejo crezca y gire sobre nuestras cabezas,
para que los Grandes Señores hagan llover.
¡Que la Bella
Sombra del ombú regrese!
¡Que se transforme en pájaros
y vuele a través de los manglares!
¡Que como peces se zambulla
en los rápidos de la Amazonía!
¡Que su carne rebose las canoas y las piraguas!,
para que nuestras hijas y nuestros hijos crezcan llenos de ti,
No hay comentarios:
Publicar un comentario