La
nostalgia
Una
noche de verano de fines de los noventa, un joven se encontraba caminando por
las calles; vio a una chica sentada en la entrada de una casa y quiso acercarse
a ella pero dudó en hacerlo por la posibilidad de asustarla, sin embargo
ella en vez de asustarse y alejarse, le sonrió y le pidió con una seña que se
le acercara, él se le acercó y ella le dijo:
-¡Hola!
¿Te quedás a hablar conmigo un rato?
Él
sonriendo dijo que sí; se sentó a su lado y le preguntó:
-¿Cómo
te llamás?
-Prefiero
no decírtelo.
-¿Por
qué?
-Porque
quiero que nos conozcamos y sigamos siendo extraños.
Él
con sorpresa le dijo:
-¿No
querés saber mi nombre?
-No
-respondió prontamente.
Ella
le propuso caminar hasta una plaza cercana que por bien cuidada e iluminada que
estuviera, casi siempre estaba desolada por las noches; hacia allá se
dirigieron y al llegar se sentaron en un banco; ella sonriendo dijo:
-¡Es
hermoso este lugar! ¿Sabés cómo era en los ochenta?
-No.
-Era
un espacio verde y venían circos a poner sus carpas, y como a los vecinos les
molestaba, plantaron árboles para que no vinieran más; yo de chica
llegué a ver algunas funciones. Vine con mi abuela… ...Ahora que tengo
conciencia de lo cruel que es para los animales, no lo recuerdo con alegría, ni
siquiera por haber venido con mi abuela siento alegría al acordarme
de ese tiempo.
-¿Por
qué?
-Por
todo lo bueno que no vuelve.
Ella
mostraba una melancolía propia de una persona grande como no era ya que apenas
contaba con dieciocho años; él le dijo:
-Por
tu nostalgia, es obvio que estás triste, ya que la nostalgia es tristeza,
pero también es felicidad.
-¿Cómo
que es felicidad?
-Sí;
por ejemplo, si se te fuera a conceder un deseo, ¿qué pedirías?
-Ella
lo pensó un poco y sonriendo dijo:
-¡Viajar
por el mundo! ¡Parar en los mejores hoteles! Nunca salí del país pero me
imagino que viajar debe ser lo mejor de la vida.
Él
la miró con seriedad y le dijo:
-Me
dijiste que viniste con tu abuela, ¿está viva?
Ella
dijo que no con la cabeza.
-¿La
querías?
Ella
asintió; él tras varios segundos de silencio, continuó.
-Te
lo pregunto otra vez; si se te fuera a conceder un deseo, ¿qué pedirías?
Ella
lo pensó un poco y dijo:
-Volver
el tiempo atrás y estar con ella, ¡y con mi abuelo también!
Estuvieron
en silencio un rato y después él dijo:
-Es
muy común que al pensar en qué es lo que a uno más le gustaría tener en la vida
piense en cosas "grandes" que nunca tuvo, sin embargo si lo piensa
mejor se da cuenta de que lo que más querría tener es probablemente algo
que ya tuvo, y no es algo "grande", sino algo simple como una reunión
familiar a la que no sintió en el momento como algo valiosísimo y con el tiempo
terminó sintiendo que sí lo fue… Esas "pequeñas cosas" son en
realidad las más grandes.
Ella
con tristeza dijo:
-Sí,
es como el dicho: "no se aprecia algo hasta que se lo pierde".
-A
veces sí se lo aprecia, no es que uno nunca le dé valor a algo al tenerlo, es
que aunque se lo dé, lo valora aún más cuando ya no lo tiene, y no
necesariamente porque el recuerdo idealice y uno crea muchas veces que fue muy
bueno un tiempo que en realidad no lo fue tanto, sino porque un momento feliz,
al irse se vuelve recuerdo y a su vez perfección… Un momento de felicidad es la
casi perfección, la perfección absoluta está sólo en el recuerdo del mismo; la
nostalgia es el recuerdo de la felicidad, y como el momento feliz pasó, a
uno lo entristece recordarlo, pero por ser feliz también lo hace sonreír, por
eso digo que la nostalgia es tristeza pero también felicidad.
Ella
con ansia de saber le preguntó:
-Entonces,
¿la felicidad absoluta es inalcanzable?
-Sí,
la felicidad absoluta es la perfección y la perfección es inalcanzable, pero la
casi perfección de los buenos momentos, ¡está buenísima!; aunque no sea
felicidad absoluta, es felicidad.
Ella
lo miraba con una expresión por momentos triste, por
momentos alegre; él continuó.
-Si
bien no es positivo "vivir en el pasado", tampoco es del todo
positivo vivir sólo en el presente; es bueno ponerse nostálgico de vez en
cuando porque solamente la nostalgia te permite reconocer a lo mejor
de la vida; si no te ponés nostálgica de vez en cuando, podés no reconocer a
un momento precioso al vivirlo y eventualmente sí lo vas a reconocer
y vas a lamentar el no haberlo apreciado por no haberlo
reconocido siendo presente.
Ella
lo miró con admiración y sintió que lo que él había expresado era una verdad
absoluta; no supo qué más decir y él tampoco; se quedaron en silencio un rato y
después se pusieron a hablar de cualquier cosa; pasaron varias horas en que
caminaron por la plaza, se rieron y al volver a estar en silencio sentían
que estaban en un momento casi perfecto que se volvería en el
futuro absolutamente perfecto al ser llevado a sus memorias por la
nostalgia.
Se
hicieron más de las dos de la mañana y él dijo:
-Bueno,
ya es tarde; te acompaño a tu casa.
Caminaron
hacia la casa de la chica y por alguna razón no hablaron de si se iban a
volver a ver; al llegar él le dijo:
-Chau.
-Chau.
Él
se fue y ella lo miró alejarse sintiendo que no se volverían a ver; cuando él
estuvo lejos y ya no podía escucharla, ella en voz baja le preguntó:
-¿Cómo
te llamás?
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