CON LAS MANOS ATADAS
Solo. Estoy solo. No se oye ningún ruido, ni
voces, ni murmullos.
Tengo los pies atados y las manos anudadas a la espalda con la misma
soga gruesa.
La cabeza metida dentro de una capucha.
Creo que se fueron. Quizás pueda soltarme.
Me deslizo como un reptil y arrastro la cabeza
de costado repetidas veces por el
cemento.
Trato de lograr que la capucha se vaya para
atrás.
Con varios empujones lo logro.
Me duele mucho el cuello y debo tener el brazo roto
porque es una sensación que no conozco.
Miro al infinito tratando de recuperar fuerzas
y salir del aturdimiento.
Es un galpón enorme, semi oscuro. Los techos de
chapa no tienen fin.
Altos soportes de hierro se extienden a lo
largo hasta donde me llega la visión.
Da la impresión de ser un depósito abandonado.
Eso es lo primero que puedo ver.
No se donde estoy ni si voy a salir vivo.
Ahora me tengo que ocupar de desatarme. Quizás
haya alguna esperanza de huir.
La soga es gruesa. El cemento puede convertirse
en lija.
¡Es cuestión de darle nomás! ¡Cabrones! ¡No se
van a salir con la suya!
Me duele mucho el brazo pero igual debo
hacerlo. Puede ser mi salvación.
Me metieron en un coche. No los conozco. Deben
ser parte de la banda del mejicano.
Me retorcieron los brazos hasta hacerlos crujir.
No pude resistirme. Insisten en que les diga
donde está parte del botín.
¿Se lo habrán creído?
Les
dije: - El gomón… Cuando íbamos en el
gomón… Metí la bolsa entre mis ropas y al salir por la alcantarilla la escondí dentro
de un árbol enorme con un hueco en la parte de abajo. No volví a buscarlo por
miedo a la cana.
-
Si
nos estás mintiendo, sos boleta - dijeron. Y partieron en la camioneta.
Menos mal que pude hacer el giro.
¡Que dura es esta soga de mierda! ¡No podré
romperla!
1 comentario:
Terrible y hermoso relato. Casi puedo sentir las sensaciones. Una pintura macabra, cruda y denunciante. Va otra felicitación de un ávido lector tuyo. Otro abrazo. Marcos.
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