VACACIONES
Era
un verano sofocante, como hacía años no se sentía. Elisa terminó de empacar y sentándose frente a
la ventana, comenzó a soñar con su inminente paseo. Sonrió complacida. La esperaban los hielos
eternos del glaciar. Echó una última mirada cerciorándose de no olvidar nada. Y
se introdujo en la tórrida mañana en busca de un taxi.
Después
de un viaje placentero, al llegar a destino, los pasajeros tuvieron la
desagradable noticia que los caminos
estaban bloqueados por la brusca precipitación que había azotado el lugar.
Acomodaron a todos en lugares aledaños. A
Elisa le proporcionaron habitación en
una pequeña hostería. El cuarto era angosto y oscuro. No había ventana alguna.
Sintió frío, a pesar de la calefacción que irradiaba el lugar. Se acomodó
vestida sobre el duro colchón y trató de descansar.
Sus
ojos se cerraban, cuando tuvo la impresión de que algo se movía. Los arabescos
que se dibujaban en la pared, como reflejo de la lámpara encendida, formaban dibujos
que parecían dilatarse. Quedó inmóvil escuchando el silencio. Hasta que el
cansancio la venció. Nuevamente el roce imperceptible la despertó. Entonces vio
horrorizada, que el cuarto se iba contrayendo. Las paredes parecían querer
aprisionarla.
Se
levantó bruscamente pegando un grito. Quiso abrir la puerta. Ésta quedó
incrustada dentro del muro. Gritó más fuerte. Se sentía sofocar. Subió a la
cama porque ya no había más espacio.
Se escucharon unos golpes. Al principio no
pudo ubicarse. Otra vez esos golpes en la puerta. Corrió a abrir, y allí estaba
el taxista, que había contratado el día anterior para llevarla al aeropuerto.
1 comentario:
Perfecta estructura narrativa. La autora conoce la arquitectura del cuento y lo organiza según las teorías de Poe y Quiroga. el tempus del relato es intenso y desemboca en el recomendable desenlace inesperado
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