Mañana gris
Un gris opaco tensa el
arco de la mañana.
Ella no logra disparar
la flecha de luz
que trae en su aljaba
y viste de invierno todo
en torno a mí
diciéndole al día que
esparza su acero
y haga sentir
anocheceres
en las horas tempranas.
Los pasos alargan los
momentos
y el camino advierte
de la crudeza de vidrios
ciegos
que se asoman para
entrar.
Luego la llovizna
alterna con las voces
y la calma aparece
invitada imprevista,
traída por ojos cálidos
que cubren,
manos que apacientan
y alegrías efímeras
que anuncian el
descanso.
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