Entrevista capotiana a Rolando Revagliatti publicada
originariamente el 13.9.2015 en http://almaenlaspalabras.blogspot.com.es
del escritor Toni Montesinos.
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la
autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y
en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas
que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rolando Revagliatti.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
—Una casa grande,
moderna, cálida, con varias habitaciones y otros espacios, una pileta de natación, un quincho, en el
centro de un predio muy amplio, con plantas y árboles y animales.
¿Prefiere los animales a la gente?
—Sí.
¿Es usted cruel?
—No.
¿Tiene muchos amigos?
—Siempre tuve varios
amigos. Diversamente intensas, esas amistades. La categoría “amigo íntimo” ha
caído en desuso: hace justo dos décadas se extinguió el vínculo con mi último
amigo íntimo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
—Buscar, en este
caso, no sería para mí un vocablo apropiado. Valoro la integridad, el tacto, la
confianza, la discreción.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
—Ha sucedido en
numerosas ocasiones.
¿Es usted una persona sincera?
—Sí; procurando,
como se dice, no herir susceptibilidades.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
—Mientras sea acompañado
por la mujer con la que sostengo un romance desde hace más de treinta y cinco
años…
¿Qué le da más miedo?
—La decadencia; no
morir imperceptiblemente dentro de pocos años.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
—Muchas veces me he
percibido escandalizado por el psicopático
accionar de los poderosos (países, empresas, personas).
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
—No me cuento entre
los que decidieron convertirse en escritores. He tenido sí formación artística
e intelectual en mi juventud. Por diversos andariveles he llevado una vida
(bastante) creativa. No sé qué habría hecho.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
—No hacerlo es una
de las tantas mortificaciones con las que me asola mi neurosis.
¿Sabe cocinar?
—No. Y cuánto me
enorgullecería por lo menos saber cocinar cinco o seis comidas elaboradas. Pero
no tengo disposición. Y envidio a los que la tienen. (Como envidio a los que
saben nadar, bailar, cantar, arreglar artefactos, solucionar percances de orden
doméstico, etc.)
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
—Por surtidas razones,
por la trascendencia que les cupo en diferentes etapas de mi vida, atino a
mentar a mi abuela materna, mi padre, mis ex—amigos íntimos Ramón, Nereo,
Pablo, mi ex—esposa, mi tío Marcos y mi tía Negra, nuestras fallecidas gatas Boni
y Pupé.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
—Lucidez.
¿Y la más peligrosa?
—Imperialismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
—He tenido
arrebatos, innumerables ataques de indignación. He deseado que colapsaran determinados
sujetos que rezumaban cretinismo. Hasta ahí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
—Socialistas. En mi
infancia, la que proclamaban mis padres, un socialismo parlamentario. En mi
juventud adherí, para ciertas coyunturas, a procedimientos revolucionarios. En
la actualidad, ya incorporé que el enemigo es invencible. Por lo cual estoy con
quienes propenden a defenderse implementando las mayores dosis de equidad
posible según sean las condiciones en cada etapa y región: “La construcción de alternativas de salida del modelo
neoliberal, aun con la herencia recibida, aun en un marco internacional con
hegemonía neoliberal.”
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
—Alguna “cosa” que
no sufra.
¿Cuáles son sus vicios principales?
—No tengo.
¿Y sus virtudes?
—Suelo ser
expeditivo. Sé decir “no”. Suelo retirarme de aquello que ya no me complace.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
—Imágenes que
remitan a mis bochornos y a mis satisfacciones.
Rolando Revagliatti
11.9.15
Buenos Aires, la Argentina
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