VARIACIONES SOBRE EL ENSAYO
“De ellos me sirvo, en efecto; casi como aquellos que los desconocen;
disfruto como los avaros de un tesoro, para estar seguro de que gozaré cuando
me plazca; mi alma halla el contento y la calma con ese derecho de posesión. Ni
en tiempo de paz, ni en época de guerra dejan los libros de acompañarme, a
pesar de lo cual se pasarán muchos días y hasta meses sin que yo de ellos eche
mano; los leeré dentro de un momento, me digo, o mañana, o cuando se me antoje:
mientras tanto el tiempo corre y se va sin serme oneroso, pues es indecible
cuánto me tranquilizo y apaciguo considerando que están junto a mí para
procurarme placer cuando lo quiera y reconociendo cuán grande es el alivio que
facilitan a mi vida”. (“De
los libros”, Libro III, cap. 3: De los tres comercios).
Antes de comenzar a ensayar sobre algunas
ideas en este texto, es mi obligación aclarar lo siguiente: 1-No soy
periodista. 2- No soy político, en el sentido de gobernar, y de tomar
direcciones y determinaciones para las directrices de la actividad de un
Estado; sin embargo, pertenezco a una “Polis” (de acuerdo al significado que
los habitantes de la Hélade
le daban a sus ciudadanos), o sea, a un Estado, el cual puede ser definido
como: “Orden, clase, calidad y jerarquía de las personas que componen un
pueblo o comunidad”, (Enciclopedia Vergara, Universal Didáctica. Editorial
Vergara, Barcelona, 1963, pág. 556). 3- No me considero un “ensayista”,
debido a correr el riesgo por el cual este tipo de escritura ha cambiado con el
tiempo. Por ejemplo una definición sería: a)- “Género didáctico moderno
que consiste en tratar brevemente de un tema, sin agotarlo, desde el punto de
vista científico. Sirve para apuntar ideas originales y sugerir teorías”, (Ídem,
516). b) Otra definición más “elaborada” en la construcción de un
artículo ensayístico, y que supone que esta clase textual debería poseer como “protocolo”
, “resumen” del contenido de la obra, “palabra clave”, “referencias bibliográficas” al final del
texto, los “Libros” con detallada precisión de nombre y apellido del autor, la
obra en determinado tipo de letras, etc., las “Revistas”, (ídem), los
“capítulos” de los libros utilizados como fuentes, etc., etc., se encuentra en la Revista
“Espéculo”, (Universidad Complutense de Madrid, ISSN 1139 –
3637-normas.pdf ). c) En cuanto a la definición de ensayo
por parte del “Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española-
Real Academia Español -, cuarta edición, ESPASA – CALPE S.A., Madrid, 1989”, se dice: “Escrito,
generalmente breve, “sin aparato” ni la extensión que requiere un tratado
completo sobre la misma materia”.-
Ahora bien, me introduciré en el tema de este
texto que es un acercamiento al concepto de ensayo. La obra “Essais”
de Michel Eyquem de
Montaigne (1533 – 1592), fue editada completamente en
1595. Está constituida por una colección de “comentarios y reflexiones” sobre
temas diversos y estructurada en 107 capítulos. Personalmente me adhiero al sistema
de ideas que intentan configurar y acercarse a una definición del fenómeno
textual denominado ensayo, por parte del pensador uruguayo Carlos
Real de Azúa, (1916 – 1977). Entre las diversas ideas que tejen los
argumentos y exposiciones sobre esta forma de escritura, este autor considera: i)-
“Si el ensayo – y su historia lo comprueba – se alimenta de una variedad,
de una universalidad temática prácticamente ilimitada, tiene que ser su
especificidad como agencia verbal del espíritu (para usar
la expresión de Alfonso Reyes), su modo peculiar de ataque lo que permita
caracterizarlo”, (“Antología del Ensayo Uruguayo Contemporáneo”, Tomo I, “2-
Un género limitable”, pág. 15 y stges. Universidad de la República-Departamento
de publicaciones, Montevideo-Uruguay – 1964).-
ii)- “Pero
si se rastrea en los ilustres orígenes de Bacon y de Montaigne no es imposible
advertir que los dioses tutelares de la expresión ensayística fueran
probablemente dos. El deseo de reaccionar contra el esoterismo, la solemnidad,
el alcance forzosamente restrictivo, la ambición conclusiva de los grandes
tratados escritos en latín, fue el primero. El segundo, imposición renacentista,
influjo del “aire de la época fue – se ha dicho más de una vez – la voluntad de
situar el tema del hombre en el centro de la meditación del hombre”,
(Ídem).-
iii)- “Ser
una reacción, entonces, contra lo dogmático, pesado, riguroso, completo, final,
excesivamente deliberado; optar por el fragmentarismo, la libertad, la
opinabilidad, la improvisación, la mera tentativa marcará al ensayo
con trazos que, aunque lo acerquen pasajeramente a la epístola en prosa, al
“discurso”, mantendrá tesoneramente y ayudará infaliblemente a peculiarizarlo”, (Ídem).
En cuanto al pensamiento que fluye en el
contenido del ensayo debe ser: iv)- “Teórico, especulativo, expositivo;
a lo que yo agregaría: argumentativo en la medida en que se exponen
temas constituidos, evidentemente, por ideas (signos, según la tipología
del semiótico norteamericano Charles Sanders Peirce), y en los posibles
“enfrentamientos de ideas” por parte del autor con otro autor, o consigo mismo.
Otra característica, siguiendo el razonamiento de Real de Azúa, en lo que
concierne al ensayo es que existen v) “dos rasgos inescindibles del
género: su carácter personal y su índole artística o literaria.
Porque el juicio, la opinión, la “doxa”, (…) develan su personalidad (la del
autor), (…) implican el compromiso vital del opinante, (…) y quien dice personalidad
dice originalidad, (…) construcción no repetible, y, en suma, poesía”.-
En este fragmento citado puede apreciarse
que se encuentra implícito el concepto de estilo, vinculado al
ensayo como texto literario, y la inasible libertad de opinar y juzgar,
(siempre con argumentos que refrenden alguna postura) las diversas temáticas
tratadas. Esta impronta literaria contiene en su germen al estilo; y
este, para Octavio Paz, (“El arco y la lira”) está “condicionado”, de alguna
manera, por el período histórico en el que el escritor vive; el ensayista
se impregna y produce de acuerdo al estilo que “se constituye en
intento creador, y por eso mismo todo artista pretende
e intenta trascender ese estilo de su época o histórico. (…) este se da
en el tiempo en el que se crea la obra. Por lo que se produce una unión entre
tiempo y estilo. Todo estilo es parte de la Historia y todas las
cosas de una época, sus obras más
desinteresadas están empapadas de historia, o sea, de estilo. Los estilos
cumplen un ciclo se diría que vital: nacen, crecen y mueren”. También
ha de destacarse, que el ensayo al carecer de “ficción”, se
alejaría de la órbita de la
Literatura. Sin embargo, si se siguiera un criterio como ese,
la Historia
de la Literatura,
la Teoría Literaria,
la Estilística,
y otras clases de textos que se vinculan a la Literatura, también
“se alejarían” de la órbita de esta.-
Con respecto a este razonamiento el autor
manifiesta: vi) “el hilo de la ficción, (…) el ensayo se sitúa en un
tornasol [apréciese la metáfora utilizada] entre “lo literario” y “lo –
no – literario” que parece ser uno de los signos más fijos de su destino. Pero
también es cierto que de “lo literario” porta (…) la realización y
explotación consciente del medio verbal, el sentido de la ambigüedad
y connotatividad del lenguaje, el esporádico interés en el signo por el signo
mismo”.-
En este sentido el ensayo pertenecería a la
dimensión de la Literatura,
como género narrativo o clase textual, aunque trate y reflexione acerca
de temas de carácter científico, filosófico, político, social, didáctico, et
cetera. A diferencia de la temática científica donde las hipótesis son
comprobables, confirmadas o negadas, el postulado [supuesto o
principio que, sin ser evidente, se admite como cierto sin demostración
y que sirve de fundamento para posteriores razonamientos], del ensayo se
inspira en la “persuasión” hacia el lector. También, algo que
signa al ensayo es su axioma intuitivamente interdisciplinario.
Real de Azúa cita a Theodor Adorno para ilustrar y referirse a este texto como
una obra que conserva elementos “comunicativos” propios de la
vieja “retórica”, y que fueron desapareciendo de la exposición y
argumentación científica. Me viene al pensamiento, en relación a lo expuesto,
la obra del poeta y filósofo latino Tito Caro Lucrecio quien escribió el
“poema científico” “De rerum natura” ,(De la naturaleza de las cosas”).-
Lo que lo relaciona estrechamente con la Literatura y al Arte en
general, aun careciendo de ficción (condición “sine qua non”), es su sustento
crítico, su teoría literaria, su visión estética, y la
diversidad de enfoques analíticos-críticos hacia expresiones artísticas como el
teatro, el cine, la
Literatura, la
Música, la plástica, la Escultura, la Arquitectura, etc.
El pensador también realiza una diferencia
sustancial entre ensayo y periodismo Basándose en otros
autores. Las diferencias más destacables son las de duración en
el tiempo, obviamente, y la de permanencia. Cita a André Gide
quien elaboró una “antología” con fragmentos de ensayos de Montaigne. El libro
se titula “El pensamiento vivo de Montaigne”, presentado por
André Gide, Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1939. En esta obra Gide
escribe en lo que sería la “introducción” o el “prólogo” (no se especifica ese
paratexto) lo siguiente: “La importancia de un autor no consiste tan solo
en el propio valor, sino también, y en gran parte, en la oportunidad de su
mensaje. Existen mensajes que solo tienen una importancia histórica, y
carecen de eco en nuestros días. Un autor puede, en su tiempo, despertar
consciencias, alimentar entusiasmos o preparar revoluciones, pero puede
interesar a nuestro tiempo. Los grandes autores son aquellos cuyas obras no
corresponde solo a las necesidades de un país y de una época, sino que nos
presenta un alimento susceptible de calmar las distintas hambres de
nacionalidades diferentes y de sucesivas generaciones”. En cuanto a la
opinión de Montaigne, este expresa: “Un lector idóneo descubre a
menudo en los escritos de otro, otras perfecciones que las que el autor ha
puesto y señalado, y descubre sentidos y matices más ricos”, (Libro
I, Capítulo 25, pág. 13).-
Esto expresado es lo que hoy en día
denominamos con los términos: intertextualidad e intratextualidad; los
libros se comunican entre ellos y necesitan de la colaboración del lector,
parafraseando a Umberto Eco.-
Volviendo a las reflexiones de Real de Azúa,
este afirma que Gide “Llamaba “periodismo a “todo lo que mañana será
menos interesante que hoy”, (Journal,1921). Finalizando con este texto, al
cual no sabría cómo clasificarlo, se ha dejado consignado que el ensayo
carece de ficción, pero que posee “literariedad”, un “uso” de la
lengua propia de las obras literarias. Real de Azúa se atreve a encontrarle una
definición a esta clase de texto, por lo que pregunta: “¿Qué es el ensayo?” Y
[se] responde: “Una agencia verbal del espíritu, del pensamiento, del
juicio, situad – ambigua, incómodamente – en las zonas fronterizas de la Ciencia, de la Literatura y de la Filosofía”. Y
en cuanto a mi entender, agregaría a la Religión,
particularmente a la Teología.-
Y para ir finalizando, sin detenerse en
definiciones y conceptos, podría agregarse que el ensayo debe mantener un
“equilibrio” entre el llamado “Reduccionismo”, como
visión filosófica sobre la relación entre diversos campos científicos o de
ideas acerca de un fenómeno, y el concepto de “La navaja de Ockham”,
por medio de la cual cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias o
llegan a la misma conclusión, debe preferirse la teoría que postule la
menor cantidad de “entidades”. Otra
forma para medir la simplicidad de la teoría podría ser por el número de axiomas;
cuantos menos de estos haya, más “sencillez” se produciría en el
momento de definir conceptos ontológicos o gnoseológicos. Por lo pronto, para llegar a una definición “total”
del ensayo se debe equilibrar las ideas siguiendo estas dos vertientes
filosóficas, según mi subjetiva consideración.-
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