miércoles, 23 de mayo de 2012

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


LA ESCALERA



Germán - apodado  "El Irlandés - con su violín debajo del brazo pasaba por el kiosco de Rosa, en Bahía Blanca y Habana, veía apoyada la escalera sobre el costado derecho.
Lo primero que pensó , fue que ya era hora de cambiarle la cara a este pequeño y fructífero negocio.
Claro que no había ningún signo de tachos de pintura.
No siempre , pensó para si mismo, se empieza por pintar. Necesitaba el frente del pequeño local que rasparan,  retirando varias manos de pintura  pasadas, como así también carteles de diversas publicidades.
En el transcurso de los días que pasaba  --rumbo a su clase a pocas cuadras del lugar---lo único que siempre estaba apoyado sobre la pared y en el mismo lugar --sola--era la escalera.
Se propuso comenzar a observarla con detenimiento.
La miraba y descubrió que no tenía una sola mancha.
Al continuo caminar de todos los días ,observó que estaba siempre en el mismo lugar.
Impasible.Serena. ¿Esperaba acaso a su dueño?
Pasó el invierno, el verano, el otoño, y al llegar la primavera, el irlandés supuso que ya era época de usarla.
Era de muchos escalones.
Aún más: una tarde que regresaba con tiempo de su clase de violín , se detuvo a contarlos.
Tenía 42 escalones. Comenzaba en uno grande y terminaba en uno bastante menor.
Se durmió, en su pequeña cama de pensión, pensando en ella.
¿Seguiría  sola?
¿ De quién era?
La noche de ese día de Octubre, fue tempestuosa. Los compañeros de pensión , en el desayuno hablaban de que habían padecido un tornado. Los muchachos que habían nacido en el campo y tenían sus oídos entrenados para los ruidos como para los silencios, llegaron a decir que el granizo golpeó muchos techos vecinos de chapa . Además, era muy probable que alguien que dormía en la calle hubiera fallecido.
El irlandés ,no esperó más. Raudamente fue en busca de ella..
Al llegar al kiosko de Rosa, la vio .
Apoyada sobre la pared.
Se acercó , previamente la acarició.
Su pierna derecha montó el largo primer escalón.
Comenzó a subir uno por uno.
Una pequeña y suave briza , acarició su rostro. No se detuvo, continuó subiendo. Pasaron días , semanas, años y el irlandés no  detenía su escalada.
Miró hacia abajo y no vio nada.
Sus piernas estaban apoyadas en la nada.Tocó su cuerpo y descubrió que era todo de madera , limpia y dura.

11 de Abril de 2012

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno Abel y siempre en algun renglon me recordas al barrio Lia

Marta Susana Díaz dijo...

Abel:
¡Qué escalera misteriosa!
Y subiendo escalón por escalón salió este cuento que te deja pensando...
¡Muy bueno!

BEA dijo...

que escalera especial....sera la que tendremos que ascender para llegar al cielo ...quizas tu personaje fue victima del tornado....o es solo deseos de aspirar a lograr lo inalcanzable....