LUZ DEL AMANECER
Crepúsculo de
enero,
calcinada
quietud,
ecos de sonidos
lejanos,
puertas que no
encuentro
en el ir y venir
entre naranjos.
Mojados versos
en ánforas
turquesas,
se derraman sobre
mi rostro
navegando sueños
de la infancia.
Horror del vivir
ahogando el
llanto,
sombras en las
tardes sin nombre
ojos húmedos
de tanta memoria
ancestral.
Bordo cada hoja
en la voz de la
noche profunda
en la voz de mis
muertos
en la voz sonora
de tantos fantasmas.
Y sigo bordando
puntada tras
puntada
contemplando
calles laberínticas
buscando paciente
por qué
camino vendrás.
Madura en la pena
me pregunto:
¿En qué
conjunción de estrellas,
en qué canto del
verso llegarás
con la vendimia
de alguna ternura
que borre el
color de la nostalgia?
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