Poesía & Ajedrez
La poesía es como el ajedrez. Hasta cierto
número de movimientos, de combinaciones
o variantes, aplicamos la lógica del oficio,
sabiendo que el otro sabe de qué hablamos,
qué hacemos y por qué lo hacemos, y por
eso responde en consecuencia, dentro de una
lógica previsible. Llegará un momento
entonces en que deberemos quebrar esa
armonía en la contienda, y la forma de
lograrlo es con un movimiento inesperado,
fuera de las convenciones, una apuesta
que no sólo desconcierte a nuestro oponente
(el lector es siempre un oponente potencial)
sino, principalmente, a nosotros mismos.
Esa jugada, esa apuesta que propone
una ruptura dentro de un esquema seguro,
es lo que termina fijando el límite entre los
jugadores aplicados y los verdaderos genios.
1 comentario:
Santiago, me encantó esa comparación entre la poesía y el ajedrez. El final lo dice todo.
Un abrazo
Betty
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