EL SEXO Y YO
Kilométricas
torturas
y lamentos,
soportaron
dilatadas pupilas
creciendo
al cielo.
Olvido
desesperanza
devolvieron
soledad
a mutilados
dedos.
Días, meses, años
por rieles
invisibles
del desencuentro
hubo prioridad
a curar enfermos
cuerpos
en la puerta de
la muerte.
Cuesta quitar
este cansancio
que ahorca
y enloquece.
Amo el mar de tus
ojos
en el verso.
El deseo de esas
caricias
no buscan la
senda
no apresuro el
tiempo
no corro a tus
besos
y desandar el
caudaloso hueco
hasta hundirnos
en el lecho.
Deseo crepúsculos
testigos
del reverdecer
en las venas
los goces
de inmensa
primavera…
Tantas protestas
inútiles
si no atravieso
la puerta
que selle
entre doradas
filigranas
cual gemas
exaltadas
la entrega total
de nuestros
cuerpos.
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